viernes, 4 de septiembre de 2015

SOBERBIA


 Que paradójica es la vida, en todas sus facetas, en este caso la profesional. Cuando uno es joven, inexperto, poco reflexivo a veces, dogmático, y se cree tocado por la posesión de la verdad, la gente te hace caso, te "respeta", incluso, perdón por la vanidad, te admiran. Pero cuando los años te hacen reflexivo, dudar, no aceptar dogmas, no creer en verdades absolutas y no creer en admirados y admiradores, perdón por la vanidad, la gente prefiere otras opiniones, duda de ti e incluso pierdes el valor  que antes tenias para ellos.
 Solo te quedan unos pocos que prefieren al reflexivo, al que duda, al que compara, al que aconseja y ya no dirige. Y por supuesto quedas tu mismo que cuando ves tu desarrollo profesional comprendes la cara de la foto de A. Einstein, lengua irreverente para muchas cosas y mucha gente, incluso para ti mismo, en las que uno creyó y confió a ciegas y de las que hoy duda, reflexiona, las cree en parte y no les falta el respeto, pero le da siempre un valor relativo.